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El incierto futuro de Google Glass

En plena eclosión de los wearables, a menos de dos meses de que Apple ponga a la venta su reloj inteligente, con Samsung y LG llenando las estanterías con estos productos, y con todo el dinero que ya están moviendo las pulseras deportivas, los podómetros y demás gadgets ‘saludables’, se echa de menos al que se supone iba a ser el rey en esta categoría: las Google Glass.

El invento más esperado por los fans de Google se ha ido desinflando con el paso del tiempo. Lo que iba a ser un bombazo para todos los públicos parece que se ha quedado en un aparato que solo interesa a un pequeño nicho de usuarios.



Quizás Glass es un producto adelantado a us tiempo. O quizás sus campaña de marketing ha estado completamente equivocada. Google presentó el proyecto en abril de 2012, pero no fue hasta dos años después cuando las puso a la venta, y solo un día (el pasado 15 de abril), para Estados Unidos en exclusiva y a un precio prohibitivo: 1.500 dólares (unos 1.100 euros). En la actualidad se pueden adquirir por ese mismo precio.

En los dos años que separan ambas fechas, las Glass han vivido toda una montaña rusa de apreciaciones. Los analistas se volvieron literalmente locos cuando supieron de su existencia, predijeron que iba a tener una vida exitosa y bautizaron el proyecto como ‘el iPhone de Google’.

Pero los meses fueron pasando y los pocos que pudieron probar las gafas inteligentes, a pesar de dar buen feedback, no vivieron una experiencia del todo satisfactoria. Sí, con ellas podían hacer fotos, grabar vídeo, busca mapas y compartir sus vivencias en las redes sociales. Pero también se dieron de bruces con el rechazo de los demás y se sentían intimidados. Muchos bares negaban la entrada a quienes las utilizaban e incluso saltó a las noticias alguna que otra pelea. Los medios de comunicación empezaron a llamar ‘Glassholes’ a los que las llevaban. Tras estos episodios, su factor ‘cool’ desapareció casi por completo.

[Relacionado: La profunda revolución que va a suponer la telefonía 5G]

Quizás si Google las hubiera puesto a la venta a mejor precio y apenas meses después de presentarlas -como hizo Apple cuando anunció el iPhone o el iPad- su destino habría sido otro.

Los desarrolladores pierden la fe
Además, los desarrolladores de aplicaciones para Glass perdieron emoción por el proyecto. Según informó Reuters el pasado mes de noviembre, hasta 9 de las 16 empresas con las que la agencia de noticias contactó y que trabajan actualmente creando software para el gadget habrían abandonado la idea de hacerlo. En la mayoría de los casos por falta de clientes o limitaciones del dispositivo. Otros tres especialistas en aplicaciones, desestimaron sus proyectos para el consumidor final y se han dedicado a desarrollar para negocios.

En ese campo parece que reside la última esperanza de Glass. Policías, médicos, agentes de seguridad, o recepcionista podrían ser algunos de las profesiones que podrían utilizar las gafas para facilitar su trabajo. En abril de este año, Google lanzó ‘Glass at Work’, un programa para incentivar el uso del dispositivo en campos como la sanidad o la industria. Algunas empresas como Boeing o la cadena de restaurantes Taco Bell las están probando en la actualidad.

Ni la propia Google parece que confía en el desarrollo del producto. En los últimos seis meses, varios trabajadores clave de Glass han abandonado el barco, como Babak Parviz, uno de los padres de las Glass, Adrian Wong, jefe de ingeniería eléctrica y Ossama Alami, director de relaciones con desarrolladores.

Google parece más centrada en sus coches sin conductor, su red de fibra óptica o en el desarrollo de robots que en los wearables. La compañía aún está a tiempo de dar un volantazo a su estrategia con las Glass y puede que tengan algo de éxito en la calle. Pero sí que parece imposible que vayan a arrasar como parecía que iban a hacerlo cuando fueron anunciadas.