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Temor creciente al contagio generalizado de... otra recesión, la tercera

Vuelven los nubarrones al horizonte económico de Europa y, por ende, a España. En buena medida, la recuperación incipiente de nuestro país se juega y se decide en Europa. Lo acaba de constatar el presidente del BCE, y el ministro español de economía, Luis de Guindos. Mario Draghi decía ayer a los parlamentarios europeos que la recuperación económica en la zona euro pierde impulso e insistió en la necesidad de proseguir con las reformas.

El responsable de la política monetaria añadió que los últimos indicadores señalan que sigue habiendo un “fuerte declive” de la actividad en agosto “aunque después se haya detenido” y aludió a una “tasa de desempleo demasiado alta” y a un “crecimiento de crédito débil”, lo que a su juicio supone un “freno para la recuperación” de los países de la moneda única.

Unas horas antes De Guindos, en el foro del G 20, señalaba que el frenazo de la zona euro, cuyo producto interior bruto (PIB) se volvió a estancarse en el segundo trimestre, es el mayor riesgo para la incipiente recuperación de la economía española. “Lo que pasa en Europa nos afecta, tiene un impacto no tanto a través de las transacciones comerciales, que sí que lo tiene, sino a través de las expectativas”.

El anuncio del frenazo desbarata en parte los planes del Gobierno, que había anunciado antes del verano una revisión al alza de la previsión de crecimiento de la economía en 2014 y 2015 que ahora trata de ajustar pronosticando con una revisión más contenida.

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Más allá se plantea la duda de si el tropezón de Europa dará de nuevo al traste con los brotes verdes de 2010. Ese año se acabó la primera recesión de esta crisis, la más fuerte, que provocó descensos de la economía de hasta el 2% en algunos trimestres. Tras cuatros trimestres de tímido crecimiento en 2010-2011 y uno de estancamiento, los famosos brotes verdes del Gobierno de Zapatero, vino la segunda recesión, no tan aguda pero más dolorosa, porque llovía sobre mojado, fue más larga y vino acompañado del descrédito de la banca, de una seria embestida contra el euro, del que se llegó a decir que iba a desparecer o romperse en dos áreas, y frustró las expectativas de muchas personas y empresas. Esa segunda recesión duro nada menos que nueve trimestres.

Ahora, la situación es distintas, pero algunos problemas de fondo siguen ahí, otros incluso han empeorado, como la esperanza de los ciudadanos de volver a vivir con cierta holgura. Es verdad que la banca se ha saneado mucho, los costes laborales han bajado tras la reforma laboral, el paro parece haber tocado fondo, el consumo se ha reactivado tímidamente y el comercio exterior ha servido de locomotora estos trimestres.

Pero también lo es que el nivel de paro siguen siendo brutal, Estado, empresas y familias siguen muy endeudados, la exportación se ha parado, la confianza es frágil y el déficit público sigue siendo alto y cumplir con Bruselas y los mercados exigirá una nueva vuelta de tuerca al recorte en el gasto en 2015 y 2016.

Además, al igual que cuatro años antes cualquier impacto exterior, como la subida de precios de las materias primas, la ineficacia de las políticas monetarias de la Reserva Federal y del BCE, la citada recesión de la economía europea, o el empeoramiento de la confianza por un resultado malo de los test de estrés de la banca europea que deben conocerse en octubre, pueden arrastrarnos a otra periodo negro.

IDNet Noticias

@Jorcha