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Mazazo a la mala gestión de las obras públicas: siete de cada diez se salen del presupuesto

Un informe de la consultora KPMG desvela que las modificaciones y retrasos son moneda habitual en el sector de obras públicas, a pesar del incremento de los controles del gasto. El estudio, que analiza a un centenar de grandes proyectos de construcción a nivel internacional, apunta que el 70% de los proyectos de infraestructuras que se construyen en todo el mundo se desvía más de un 10% de su presupuesto inicial y sólo el 25% de las obras concluye dentro de los plazos establecidos.

El año pasado comenzó con la amenaza de paralización de las obras del Canal de Panamá. La razón no era otra que el precio: las constructoras exigían al Gobierno del país el pago de un coste extra de 1.600 millones de euros. El asunto se ha cerrado hace unas semanas con una resolución del organismo de arbitraje que culpa al contratante (ACP) de negligencia y le condena a pagar parte de los sobrecostes reclamados. Entre otras razones porque la documentación previa al contrato no contemplaba las condiciones reales de acceso al basalto ni de su calidad’, sentencia la resolución.

En estos desfases entre lo pactado y lo cobrado hay casos de todos los colores. Prácticamente todas las obras del arquitecto Santiago Calatrava en Valencia han superado el presupuesto en rangos de entre el 20% y el 100% y algunas de ellas están sin terminar o han registrado incidencias.

Las obras del AVE entre Madrid y Barcelona costaron 8.966 millones de euros, un 31,4% más del precio de adjudicación de los trabajos (6.822 millones) y un 18,8% por encima del gasto fijado en los concursos (7.550,42 millones de euros), de acuerdo con los datos finales del Tribunal de Cuentas.

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También la circunvalación madrileña M-30 salió seis veces más cara de lo previsto. El coste inicial de las obras de soterramiento era de 1.700 millones de euros en 2004, un año más tarde el contrato se adjudicó a ACS y Ferrovial por 2.500 millones y el coste siguió subiendo hasta los 5.600 millones en que lo valoró el propio Ayuntamiento de Madrid. La oposición, no obstante, llegó a calcular el desembolso en 10.400 millones sumando añadidos finales e intereses bancarios.

Otro tanto sucedió con la nueva Terminal 4 de Madrid-Barajas, que multiplicó su coste por diez. En este caso, el baile de números empezó incluso antes que las obras. Aena adjudicó el concurso a ACS y FCC por 541 millones de euros y la terminal costó finalmente 6.200 millones.

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Y las cosas no quedan ahí. El informe de KPMG añade también que más de la mitad de los promotores de grandes proyectos se encontraron con resultados “insatisfactorios” en cuanto a su ejecución el pasado año.

Pero el problema no sólo afecta a obras y constructoras españolas. Ni mucho menos. El Eurotúnel de 50 kilómetros que une Gran Bretaña y tuvo un sobrecoste del 80% (hasta los 11.500 millones de euros). Si sumamos la financiación, costó un 140% más de lo presupuestado, según los datos de Flyvbjerg. Otro proyecto faraónico –y caótico en su ejecución –fueron las infraestructuras de los Juegos Olímpicos de la capital británica, presupuestadas en 4.300 millones de libras, pero con un precio final de 16.600 millones.

En los JJOO de Montreal 76 el gasto final fue doce veces superior al que se había estimado inicialmente. El año pasado Brasil terminó pagando 14.000 millones de dólares por los proyectos de la Copa Mundial, frente a los 3.300 millones que el Gobierno presupuestó inicialmente.

Si bien parece que los sobrecostes ya no se multiplican exponencialmente, el asunto sigue resultando alarmante. Porque en la elaboración de estos proyectos participan equipos de arquitectos e ingenieros de primera línea, expertos en planificación, analistas de riesgos y elencos de especialistas de todo tipo que en ocasiones superan el centenar y sus facturas llevan varios ceros. Convendría afinar más en los presupuestos y en la ejecución para cumplir con lo esperado y aportar transparencia.

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