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Lecciones desde Japón: sube el salario mínimo para resucitar la economía

Hace unos días el primer ministro japonés Shinzo Abe informaba de sus planes de aumentar el salario mínimo un 3% con el fin de revitalizar el consumo, impulsar la economía y salir de la recesión que el país vive desde hace años. Con esta medida Japón espera aumentar el Producto Interior Bruto (PIB) en unos 5.000 millones de euros.

Incluso el Banco de Japón ha anunciado que no descarta nuevos estímulos adicionales para dar vigor a una economía que se encuentra estancada desde hace ya décadas. Y no es que los sueldos sean particularmente bajos en Japón: los trabajadores japoneses se encuentran entre los diez mejor pagados del mundo, por delante de EE.UU. y un 50% mejor que los españoles. Las primeras filas de este ranking se las disputan habitualmente Luxemburgo y Australia.

La actualización del salario mínimo sirve para contrarrestar la subida de precios (inflación) y mantener el poder adquisitivo de las personas. Pero resulta que uno de los problemas de Japón es que los precios están estancados: no hay inflacción. De hecho, uno de los objetivos del Gobierno japonés para este año es “lograr” que los precios suban un 2%. Al reducirse el ritmo de crecimiento de las economías emergentes, donde precisamente la inflación es un problema grave, será más difícil conseguirlo.

Japón sigue siendo diferente. Por ejemplo, porque allí ahorrar sale caro: con una inflación negativa, es más rentable guardar el dinero debajo del colchón que invertirlo en renta fija. Los japoneses, que además de trabajadores y sistemáticos son gente lista, llevan décadas invirtiendo sus ahorros en otros países donde sí consiguen sacarle una rentabilidad.

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Las reglas de la economía están cambiando también en Japón. Hace 2-3 décadas eran famosas las huelgas “a la japonesa”, en las que los trabajadores se dedicaban a trabajar mucho más de lo normal para que las empresas acumularan productos sin vender y eso perjudicara su situación.

En este momento, para el Gobierno de Japón es fundamental que los ciudadanos salgan, compren y consuman en general. Si aumenta la demanda, la economía crece. Una mejora de los salarios animaría a los japoneses a trabajar mejor y aumentar su productividad, un asunto que (quien lo diría en un país que inventó la producción en cadena y el just-in-time) es uno de los problemas hoy de la economía japonesa.

Ahora bien, y para seguir con las contradicciones tan propias del país, si se produce más, vuelve a Japón el peligro de acumular productos sin vender porque los países en desarrollo que estaban comprando productos japoneses han echado el freno. Así que Japón se encontraría con la necesidad de vender más ahora precisamente que sus clientes compran menos. En consecuencia: llenar los almacenes de productos que costará vender y que quizá haya que darlos a precio de saldo. Nada de aupar la inflación.

Para salir de este embrollo, vamos a hacer una sugerencia: que viajen, que vengan a España y consuman. Dicen algunas estadísticas de barrio que el 20% de los japoneses rotan fuera del país de viaje porque allí no hay sitio para todos. España es un buen sitio para gastar y divertirse. La duda es si eso ayudará a que la economía japonesa salga de la ratonera donde se encuentra. Desde luego, a la española le vendría de cine.

IDNet Noticias

@maribelrodrigo