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Las claves del robo chino de tecnología a EE.UU.


EEUU ha acusado a seis científicos chinos de robar secretos de tecnología móvil: fórmulas, código fuente, especificaciones, diseños y otros documentos de carácter confidencial. A su entrada en el aeropuerto de Los Ángeles el profesor Hao Zhang, de la Universidad de Tianjin, una de las más antiguas en China, fue arrestado y otros cinco investigadores están en busca y captura, en relación con una acusación formal de espionaje industrial.

Imputan a Zhang hasta 32 cargos por espionaje económico y robo de secretos comerciales de Estados Unidos en beneficio de las universidades y empresas controladas por el gobierno de Beijing. Al menos otros dos de los seis acusados son también profesores de Universidad.

La trama empezó a fraguarse hace una década, señalan en el Departamento de Justicia estadounidense. Mientras el arrestado Zhang estaba cursando su doctorado en ingeniería eléctrica en California conoció a Wei Pang, también profesor. Ambos trabajaron en el desarrollo de una tecnología inalámbrica que permite a los teléfonos móviles y otros dispositivos filtrar señales, un programa financiado por la Agencia de Desarrollo Avanzado de Defensa (DARPA) estadounidense.

Al terminar el doctorado en 2005, Zhang fue contratado por la empresa de ingeniería Skyworks Solutions (Massachusetts) y Pang fichó por Avago Technologies, de Colorado. Un año después empezaron a trabajar en un proyecto empresarial para fabricar esta tecnología en China utilizando los códigos, documentos y presentaciones que –según el Departamento de Justicia –eran propiedad de las empresas donde trabajaban. En 2009 dejaron sus trabajos y pusieron en marcha una empresa para producir esa misma tecnología en colaboración con la Universidad de Tianjin.

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Estados Unidos les acusa de aprovechar su acceso a tecnologías estadounidenses confidencial para obtener ilegalmente secretos comerciales y compartirlos con la República Popular de China a fin de obtener un beneficio económico. China ya encabeza el ranking del comercio mundial, es líder en la atracción de inversión extranjera, sus exportaciones de alta tecnología son dos veces mayores que las de Estados Unidos y se calcula que su economía será tres veces más grande que la de EE.UU. en 2040.

[También de interés:¿Y el arroz? China se rinde a la patata y planea convertirse en el mayor productor del mundo]

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Hace un año la Administración de Obama denunció a cinco militares chinos por infiltrarse en los ordenadores de cinco grandes empresas de Estados Unidos y usurpar secretos en sectores clave como el acero, el aluminio y la energía nuclear. Era la primera imputación criminal de EE.UU. contra funcionarios de otro país por espionaje en la red.

Los piratas informáticos, vinculados al Ejército de Liberación Popular chino, obtuvieron información privilegiada de la que se beneficiaron empresas estatales chinas. Los robos no parecían aleatorios. Según la acusación, los hackers habrían robado, por ejemplo, las novedades de un nuevo panel donde la empresa SolarWorld llevaba muchos años y millones de dólares invertidos.

En julio pasado, mientras el secretario de Estado norteamericano estaba de visita oficial en Pekín, varios piratas informáticos chinos accedieron a ordenadores del gobierno norteamericano que guardan datos personales de todos los funcionarios federales.

Aunque la posibilidad de que todos estos casos puedan ser juzgados en Estados Unidos es bastante remota, el Gobierno norteamericano ha dejado claro a China su compromiso de defender no sólo sus infraestructuras estratégicas, sino también a las empresas privadas que en los últimos años están sufriendo robos de ideas y tecnología a manos de piratas con códigos éticos muy relajados.

Por su parte, China no se amilana y ha recordado a Estados Unidos que algunos de los más recientes escándalos internacionales de espionaje involucran directamente a su Gobierno y deja entrever el recelo norteamericano por perder los primeros puestos del ranking económico mundial a favor de un país ‘emergente’.

Parece que el espionaje tradicional es parte de la vida tal como hoy la entendemos. El industrial es diferente, sobre todo cuando no se ven límites. Si el Gobierno chino (o el que sea) protege a estos delincuentes, les ampara o mira hacia otro lado cuando se cometen delitos, ¿quién va a poner un euro para construir un mundo mejor?

IDNet Noticias