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La guerra de España por el trono mundial del vino

En materia de vino, como en otras relacionadas con la agricultura y la ganadería, somos una gran potencia y nos ventilamos el dominio mundial cada año con dos países Italia, Francia y España son los tres campeones vinícolas mundiales. Cada año, en función de la climatología, se disputan el podio del delicioso caldo amparado por el dios Baco.

Ahora, después de un par de años, los italianos han tomado la delantera y han superado otra vez a sus vecinos franceses, según los datos que se desprenden del último informe de la Organización Internacional del vino del pasado miércoles.

España desde 2013 ha perdido algo de fuelle. Desde entonces en España la producción ha sido descendente y ahora produce 36,6 millones de hectólitros según las estimaciones de la OIV.

Italia registra 49,8 millones y Francia 47,4 millones de hectólitros. Con el 18% de la producción mundial, el país transalpino se está beneficiando, en particular, en el éxito de sus vinos espumosos (desde el Lambrusco hasta el prosecco), cuyas ventas se han triplicado en los últimos cinco años gracias a la buena aceptación en Reino Unido y EE.UU.

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En lo que se refiere a España, cabe decir que después del récord de 2014, cuando se convirtió en líder mundial de las exportaciones de vino (por volumen pero no por valor), el sector se está recuperando. En efecto, debido a la gran cosecha de 2013, las bodegas tuvieron que exportar para no tener excedentes y por ello se vieron obligadas a bajar precios de forma drástica. El vino a granel se comió gran parte del pastel de las ventas al exterior, con unos precios de poco más de un euro por litro. Es decir, cinco veces más baratos que los caldos franceses.

Así que para hacer negocios, hay que irse fuera. La mitad de los vinos españoles se destina a la exportación. Reino Unido, Alemania, Suiza y México son los mercados donde los caldos de España tienen mejor aceptación.
Pero ahora el sector se muestra más optimista. La superficie plantada de viñedos, la mayor del mundo, se mantiene estable. “Hubo una cierta caída de consumo interna que se inició en 2006 y que se agudizó durante la crisis, especialmente en la hostelería. Ahora, el consumo repunta y los precios en el mercado, también.