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La factura de la contaminación: miles de vidas y 46.000 millones en gastos sanitarios


Un informe de Ecologistas en Acción denuncia que 45 millones de españoles
están expuestos a aire contaminado
y añade que cada año sed producen cerca
de 27.000 muertes prematuras en España por enfermedades vinculadas a la
contaminación del aire, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Esto se traduce en costes sanitarios de entre el 2,8% y el 4,6% del PIB español, unos 46.000 millones de euros. Los daños sobre los cultivos y los ecosistemas naturales también implican costes económicos y, si no le ponemos freno, irá a más.

A juzgar por los datos de esta plataforma ecologista, el 95% de la población española respira aire con niveles superiores a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Entre los contaminantes más perjudiciales para la salud se encuentran el dióxido de nitrógeno, el llamado ‘ozono malo’ y el dióxido de azufre, seguidos del benzopireno, un contaminante cancerígeno.Todos ellos relacionados con los carburantes.

El informe recoge los datos de 702 estaciones oficiales de control de la contaminación distribuidas por 135 demarcaciones de toda España. Toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la OMS y los límites de obligado cumplimiento de la Unión Europea.

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A través del visor de Calidad del Aire del Ministerio de Agricultura se puede consultar la información histórica y en tiempo real de la calidad del aire en España. La principal fuente de contaminación atmosférica es el tráfico en las ciudades, pero también hay algunos sectores muy contaminantes como la industria siderurgia, del cemento, las centrales térmicas y el tratamiento de los residuos.

Por desgracia, el problema afecta prácticamente por igual a todo el territorio español, incluyendo también a las regiones más despobladas y desindustrializadas, que por sentido común deberían tener una mejor calidad del aire. La razón es sencilla: nadie pone fronteras en la atmósfera para que se extienda la capa de ‘vapores tóxicos’.

Este hecho comienza a generar cierta desazón y el surgimiento de iniciativas curiosas. Por ejemplo, en algunas zonas de Castilla y León ya se trabaja con la idea de cobrar por el aire que sus pinares ‘fabrican’ y que beneficia a toda la sociedad. El argumento es sencillo: “si no tenemos industria, vamos a rentabilizar lo que aportamos a los demás (aire limpio)”. ¿No sería sensato?

Con un coste en vidas y en gasto sanitario tan altos, parece que ya es hora de empezar en buscar soluciones más comprometidas para los problemas medioambientales. Hasta ahora se han tomado algunas decisiones que quizá han ayudado a reducir el problema, pero no a resolverlo. Es el caso de optimizar el uso de calefacciones y aires acondicionados en edificios públicos, para que dejemos de pasar frío en verano y calor en invierno; limitar la circulación en barrios céntricos; la “operación bicicleta” que se ha puesto en marcha en algunas ciudades…. pequeños parches, en definitiva.

Para reducir la contaminación del aire hay que disminuir el tráfico motorizado y la necesidad de movilidad de las personas, por un lado, y potenciar el transporte público, por otro. Impulsar las energías verdes y vigilar a las industrias más contaminantes. Porque en definitiva, ¿cuántos tickets de autobús o de metro se podrían comprar con esos 46.000 millones de euros que cuesta tratar a las personas enfermas por culpa de la mala calidad del aire? Es un despropósito seguir así, precisamente ahora que los expertos vaticinan que las nuevas generaciones vivirán 100 años.

IDNet Noticias