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A la caza y captura de las horas extra

La inspección de Trabajo ha puesto en marcha una campaña para controlar el cumplimiento de la normativa sobre la realización de horas extraordinarias en las empresas, que podrán ser sometidas a investigación sin denuncia previa. El objetivo es llegar a cerca de seis mil empresas de hasta 50 trabajadores (las grandes quedan a un lado) hasta final de año y centrar las inspecciones en comercios, talleres, servicios sanitarios, financieros y en determinadas industrias tales como alimentación, textil y calzado. De momento, parece que el sector de hostelería –donde tradicionalmente las horas extra son parte del día a día –queda al margen.

Los inspectores visitarán por sorpresa las empresas, pedirán los ‘papeles’ de los trabajadores y se entrevistarán a solas con ellos y los sindicatos, pidiendo información detallada sobre los horarios, responsabilidades, reparto de la jornada de trabajo, horas de entrada y salida, salario oficial y detalles sobre las horas extra que se hacen, cómo se pagan y si aparecen o no en la nómina. Ante la primera incoherencia, sanción y caja.

Según datos de la Encuesta de Población Activa, el 55% de las horas extraordinarias trabajadas en el 2015 no se pagaron, cuando antes de la crisis el porcentaje era ‘sólo’ del 35%. El Gobierno no sólo quiere poner coto a uno de los asuntos más escabrosos y censurados del mercado laboral español, sino también al uso de esta vía para ‘despistar’ impuestos.

Tan pronto como se ha conocido la noticia hace unos días, en Internet y las redes sociales han proliferado los comentarios de personas que se preguntan a cuento de qué las grandes empresas y el sector de hostelería quedan al margen de esta investigación. ¿Lo sabremos en algún momento?

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Estamos en un país conocido por la ‘afición’ de la gente a calentar la silla, empezando por los directivos de las empresas. Quien más o quien menos conoce a algún jefe que siempre tiene una chaqueta colgada en el respaldo de la silla que indica de forma subliminal: “sigo aquí, que nadie se mueva.” Cuando pasan varios días y la chaqueta sigue en su sitio, los empleados bajan la guardia, pero basta cambiarla (de sitio o de color) para resucitar la alerta.

La tecnología nos ha ayudado a ser productivos en cualquier momento o lugar, a estar alerta a cualquier hora, también a estar disponibles si el jefe nos requiere, aunque nos duela. Pero seguimos calentando la silla, incluso sin cobrarlo.

En España las horas extra sin remunerar han aumentado un 67% en los últimos ocho años, dicen en UGT. El ‘presencialismo’ se ha convertido casi en una enfermedad, que además afecta particularmente a personas con contratos temporales y a tiempo parcial. Lo explica el miedo a decir ‘no’ o perder el empleo por salir de la oficina el primero.

Seguimos nadando contra corriente. Mientras crecen las voces críticas que defienden una reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas o de cinco a tres los días de trabajo semanales, aquí nos enredamos haciendo horas extraordinarias gratis. En 2008 había dos millones de trabajadores más que hoy y, sin embargo, se hacían la mitad de horas extra.

Con este panorama, la conciliación y la posibilidad de disponer de tiempo para la familia, la formación o el ocio seguirán siendo quimeras.

IDNet Noticias