De un pequeño préstamo a la mafia a una deuda millonaria

En la década de los 90, Jason Shifrin era uno de los joyeros más respetados y populares de Londres. Ganaba más de 1,5 millones de dólares al año decorando con oro, platino y diamantes las excentricidades de las estrellas de la liga inglesa de fútbol.

Estaba en su mejor momento. Junto a su esposa Nicole y sus dos hijos, disfrutaba de una mansión de lujo, coches deportivos de alta gama y incluso un yate. Pero no era suficiente, quería más. En 1999, decidió ampliar el negocio y dar el salto definitivo para convertirse en un gran empresario.

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Sin embargo, cometió un terrible error: harto de los bancos y las dificultades para que le autorizasen una línea de crédito, decidió tomar un atajo y pedir el dinero a un amigo con contactos en el hampa. Le solicitó un importe que creía que podría pagar sin demasiados problemas: 230.000 dólares.

Mercado negro de capitales
El intermediario le dijo que el interés sería del 6%, y Shifrin aceptó. Con lo que no contaba el joyero es con que su 'amigo' había engañado a los mafiosos de los que provenía el dinero y había abandonado Reino Unido dejándole solo ante el peligro.

De la noche a la mañana descubrió que los intereses que se pagan por el dinero en el mercado negro de capitales son mucho mayores, y los gestores de cobros mucho más peligrosos, que los de las entidades financieras al uso.

Poco después de que se concretase el acuerdo, recibió la inesperada visita de uno de los matones de su prestamista. La jugarreta del intermediario había hecho que los intereses se multiplicasen por cuatro. El joyero ya no debía 230.000 dólares, sino casi un millón. Además, el mensaje fue muy claro: "o pagas o tu familia sufrirá las consecuencias".

Con una hija recién nacida, a Shifrin no le quedó más remedio que embarcarse en nuevos préstamos de dudosa procedencia. Éste fue un error aún mayor que el primero. En 2003, cuatro años después de su primer contacto con el hampa, la deuda con distintos prestamistas y usureros llegó a los 15 millones de dólares. En ese momento pagaba más de 150.000 dólares semanales de intereses.

Huida y un libro sobre su historia
Si una semana no pagaba, comenzaban las llamadas amenazantes a media noche. Si el retraso pasaba de los 15 días, llegaban las agresiones físicas. De hecho, el padre del joyero fue el primero en probar los convincentes métodos de cobro de los criminales: recibió una brutal paliza en el portal de su casa.

Shifrin denunció la situación a la policía, que incluso colocó botones del pánico en su hogar y su tienda. Pero eso no amilanó a los prestamistas, así que decidió abandonar el país con su familia. Hasta que los mafiosos no exprimieron al joyero hasta el límite, no negociaron con él un acuerdo.

En la distancia accedió en fijar la deuda en un millón de dólares, sin más intereses, con lo que pudo volver a Londres y reiniciar su vida. Ahora, aún arruinado, Shifrin ha decidido contar su historia en un libro, 'Money, Money, Money', que espera que ayude a otros a no cometer su mismo error y, además, contribuya a financiar el último pago que le queda con la mafia londinense.