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La maldición del tercer fundador de Apple

A sus 76 años, Ronald Wayne pasa los días viendo pasar las horas frente a la televisión en el oscuro salón de su casa en Pahrump, Nevada. Cuando su salud y los subsidios que cobra del Estado lo permiten, se escapa un fin de semana al Nugget Hotel & Casino de Las Vegas en busca de una apuesta que le haga millonario jugando al póker.

De 800 dólares a 22.000 millones
Una mano ganadora que Wayne ya tuvo en 1976, y que no supo aprovechar.El 1 de abril de aquel año fundó Apple junto a Steve Jobs y Steve Wozniak. Sin embargo, apenas dos semanas después vendió el 10% de la compañía por una cifra irrisoria, apenas 800 dólares. Hoy, su parte valdría más de 22.000 millones.

"¿Qué le voy a hacer? Tome una decisión en base a las circunstancias de aquel momento y tengo que vivir con ello", se lamentó Wayne en una entrevista televisiva con la cadena de televisión CNN, en la que reveló que ahora vive "de la seguridad social y de la venta de sellos y monedas a coleccionistas".

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De hecho, una pequeña tienda de filatélica en la localidad de Milpitas (California) fue su siguiente aventura empresarial tras dejar Apple, pero naufragó de nuevo. A lo largo de su carrera, Wayne también registró más de una docena de patentes tecnológicas que jamás pudo convertir en realidad por la precaria situación económica que siempre le ha perseguido.

El miedo al fracaso y la consiguiente ruina es lo que motivó que abandonara Apple casi sin decir adiós. Wayne conoció a Jobs durante la etapa en la que ambos trabajaron en Atari y el actual responsable de la compañía de la manzana le pidió al ya entonces veterano ingeniero —20 años mayor— que ejerciese de consejero y mediador entre él y Wozniak.

"Nunca me encantaron los aparatos"
El escaso éxito comercial de los proyectos que había intentado hasta entonces, entre ellos una empresa de fabricación de máquinas tragaperras, le llevó a acumular una deuda de miles de dólares, y le entró miedo de que la historia se repitiese. Cuando Apple inició su turbulenta andadura intuyó que "podía volver a suceder lo mismo" y dejó la compañía porque "ya estaba muy mayor para enfrentarme otra vez a esa situación".

A pesar de su mal ojo para los negocios, Wayne afirma que se alegra del reciente éxito de la compañía, aunque confiesa que jamás ha tenido ni tendrá un ordenador Mac, un iPod o un iPhone. "Nunca fui un apasionado de esos aparatos", aseguró el tercer hombre de Apple, justo antes de reconocer que su última adquisición tecnológica fue un ordenador de la marca Dell.

"Estoy demasiado acostumbrado a sistema operativo Windows como para cambiar ahora", se excusa. Ahora ultima Las Aventuras de un Fundador de Apple, un libro que llegará a las estanterías de las librerías en 2011, pero que, como no podría ser de otra manera, primero será lanzado en exclusiva en la tienda virtual de Apple.