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Casi 100 años para cobrar una herencia

En 1919, Wellington R. Burt fue enterrado como un avaricioso multimillonario que no quería que su familia malgastase la fortuna que había amasado como empresario de la madera y el acero. Tenía 87 años y una riqueza cercana a los 100 millones de dólares, lo que entonces le convertía en el octavo hombre más rico del país.

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Sin embargo, en 2011, el magnate estadounidense de las materias primas de principios de siglo es visto con un inesperado benefactor, de esos que únicamente aparecen en sueños, que ha colmado de dinero a sus tátara nietos. Durante 92 años ninguno de sus descendientes pudo tocar el grueso de su herencia, y todo por una disputa familiar.

Una lección muy cara
No es que el cascarrabias de Wellington Burt desheredase a sus hijos, sino que prefirió hacerles una faena con la probable intención enseñarles una lección. A su hijo favorito le dejó una asignación anual de 30.000 dólares, al resto salarios entre 1.000 y 5.000 dólares, similares a los que decidió otorgar a su ama de llaves, su secretaria o su cocinera. Incluso no le tembló el pulso a la hora de castigar a su hija más díscola sin dinero alguno.

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En su última voluntad lo dejó muy claro: nadie vería ni un centavo más hasta 21 años después de falleciese el último de sus nietos y, para vigilar el cumplimiento de su orden, el excéntrico empresario se hizo enterrar en un gigantesco mausoleo blanco a cinco metros de altura.

Una docena de repentinos millonarios
Cuando su última descendiente directa murió en 1989, hasta 30 supuestos familiares de Wellington Burt iniciaron el proceso para cobrar la herencia. Sólo 12 cumplían con los requisitos, entre ellos Christina Cameron y su hermana Cody. A los 19 años se han convertido en las dos herederas más jóvenes del ex alcalde de Saginaw (Michigan) y ex senador estadounidense, y a cada una le tocarán 2,9 millones de dólares.

Las tataranietas de Burt tienen claro qué llevó a su antepasado a tomar la decisión de privar a sus descendientes directos de su fortuna. "Estamos bastante seguras que no le gustaba su familia de entonces y que prefirió confiar en las generaciones del futuro", aseguraron recientemente las hermanas Cameron al canal NBC con la misma sonrisa risueña que un ganador del premio gordo de la lotería.