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Cómo una chica de 22 años puso en marcha una compañía de 100 millones desde un mercadillo

En 2006, Sophia Amoruso no era más que una joven de 22 años que acababa de dejar la universidad. Vivía junto a su tía y trabajaba de recepcionista para una escuela privada de arte controlando la entrada y salida de los estudiantes a razón de 10 dólares la hora.

Harta, y sin muchas pretensiones, inició un pequeño negocio de venta de ropa 'vintage' de segunda mano a través de eBay, Nasty Gal. Amoruso bautizó su negocio con el nombre publicado por la cantante afroamericana Betty Davis en 1975, su favorito.

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El éxito fue casi instantáneo. La clave de la buena marcha de su negocio fue su capacidad para encontrar prendas usadas en buen estado, su gusto para elegirlas y su capacidad para distribuir sus 'looks' a través de la página de subastas: consiguió vender una chaqueta de Chanel, que había comprado en una tienda de ropa usada del Ejército de Salvación, por más de 1.000 dólares.

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Un imperio
Pronto necesitó contratar una ayudante para que la echara una mano y, casi acto seguido, decidió montar su propia página de internet en la que vendería no sólo ropa 'vintage', sino también sus propios diseños, marcando la imagen de la chica 'nasty' con un toque sexy, divertido y salvaje.

Hoy su negocio es uno de los más conocidos, y apreciados, por las 'fashionistas' estadounidenses y factura más de 100 millones de dólares al año, convirtiendo a Amoruso en una de las empresarias de moda más exitosa de internet.

Nasty Gal es la marca de referencia para las veinteañeras norteamericanas. Cuenta con más de medio millón de seguidores en Facebook, 600.000 en Instagram y más de 100.000 en Twitter. Una cuarta parte de sus 550.000 clientes anuales visita su tienda online a diario durante más de seis minutos y sus 50.000 clientes más fieles entran en la web al menos 100 veces al mes.

Una inspiración
Además, es la compañía de distribución de moda con mayor crecimiento en EEUU a lo largo de 2012. En los últimos tres años las ventas de la empresa, que tiene clientas de todo el planeta -algunas de las más fieles están en Australia-, se han disparado un 11.200% y sus beneficios anuales superan los 24 millones de dólares.

La capacidad de Amoruso para levantar desde los mercadillos del distrito de la moda de Los Ángeles un imperio textil que da empleo a 110 personas le ha valido que publicaciones como Forbes la pongan como ejemplo de la nueva generación de mujeres empresarias menores de 30 años que está naciendo en el país al calor de internet.

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