Por qué el método Vaughan es tan exitoso

Era un joven estudiante norteamericano cuando llegó a España hace 42 años. Uno más de los muchos jóvenes del otro lado del Charco que querían profundizar en la cultura hispana. ¿Uno más? No, era Richard Vaughan. No solo se ha ganado la vida bien en este país, sino que ha creado un grupo empresarial que emplea a 450 personas, 300 de ellos profesores, y factura más de 20 millones de euros.

Ha montado todo un entramado empresarial que gira en torno a la enseñanza del inglés a través de un método propio y original desconocido en España. Y pese a su indiscutible éxito, afirma que si volviera a empezar su andadura empresarial y personal, no lo haría en este país. Es Vaughan un emprendedor peculiar que además se ha convertido en un personaje público y controvertido por su proyección mediática y sus opiniones con perspectiva y sin tapujos sobre la realidad económica y social de España. Y todo tras ganarse la vida con clases de inglés para pagar sus estudios de Lengua y Literatura Española.

Crea en 1977 Vaughan Systems con el objetivo de formar en inglés al personal de la filial española de una gran multinacional norteamericana. El simplemente define este momento como una oportunidad en la que hubo una demanda de sus servicios, hasta el punto de que no podía dar abasto y pasó de un profesor a 300 y de impartir 100 horas de inglés al mes a 40.000. 37 años después, una extensa lista de clientes parece avalar la filosofía de su método didáctico y el conglomerado de iniciativas que ha puesto en marcha, que se retroalimentan entre sí.

La empresa afirma que en los últimos diez años más de medio millón de alumnos han atendido alguno de sus cursos, ya sea presencial o través de la radio o la televisión. Vaughan ha creado a lo largo de estos años una marca personal y para hacerlo se ha apoyado tanto en su desparpajo para poner su propia imagen al frente del proyecto como en dos medios de comunicación –la radio y la televisión- que le sirven para crear marca y capacidad de prescripción sobre sus servicios tradicionales de enseñanza de idiomas. En paralelo ha ido desarrollando distintos formatos: inmersiones temporales, Vaughan Town, masters, campamentos de verano para niños, etc.

El negocio se complementa con una división creciente que edita libros, fascículos y folletos para aprender inglés y que se publicitan a través de la radio y la televisión. Con este bagaje a sus espaldas, Vaughan se define como un emprendedor prudente pero sin aversión al riesgo. Considera que el español en general es muy conservador en materia profesional y de negocios, salvo grandes excepciones. Critica abiertamente que el éxito ajeno no esté bien visto, que a la gente no se le ocurre emprender. Considera que aquí las inquietudes se atrofian en parte porque la familia es muy protectora, tiende a proteger a los hijos de los envites de la vida. No se incentiva a los chicos a ser independientes. Tampoco ve al país preparado para la revolución tecnológica que se avecina en este siglo. La gente con ganas, talento e inquietudes se va porque el mercado laboral no da salida a estas personas, argumenta.

Los planes de futuro se amontonan encima de la mesa con el foco especialmente puesto en el desarrollo de los canales digitales y las nuevas tecnologías. Planea también entrar en nuevas regiones en España a través de acciones televisivas y radiofónicas, más que por instalaciones físicas. También le interesa mucho el segmento de guarderías de 0 a 3 años, de preescolar de 3 a 6 años y dotar a las aulas de voluntarios de habla inglesa. También tiene en cartera el salto al exterior, a Santiago de Chile, Bogotá o Sao Paulo, pero siempre con el apoyo de la radio y la televisión para acelerar la penetración de la marca. Hace cuatro años vendió el 55% del grupo a Ahorro Corporación. Sostiene que lo hizo para involucrar a otros socios y porque no cree en el concepto de empresa familiar. De momento, sin embargo, pese a sus inquietudes ajenas al proyecto empresarial, como su faceta de compositor, no se plantea dejar los mandos de la nave.