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Los sirios ricos se divierten pese a la guerra

Los sirios ricos se divierten pese a la guerra

DAMASCO, Siria (AP) — Seguido por una vampiresa y un caballero medieval, un hombre vestido como un miliciano islámico entró en el club de un hotel de Damasco, decidido a divertirse. La música resonaba, un bailarín de break-dance giraba sobre su cabeza y en la cabina del pinchadiscos, un hombre y una mujer se besaban.

Mientras la guerra se acerca a Damasco, los sirios más acomodados pasan el tiempo en cafeterías y fiestas, paseando por un nuevo centro comercial y disfrutando de parques de diversiones desde los que se ve un paisaje de edificios y columnas de humo de los bombardeos, luchando por negar a la guerra su miserable monotonía.

Sin embargo, mientras se recrudece el conflicto sirio iniciado hace cuatro años, casi ninguna familia se ha librado de la muerte, las heridas, la pobreza, la pérdida de un hogar o la desaparición de parientes.

"Queremos cambiar nuestra rutina aburrida", dijo Naja, una vampiresa con sangre falsa cayendo de sus rojos labios. "Todos los días vivimos en una película de horror, pero ésta es una comedia", dijo riendo en la fiesta de Halloween del hotel. Cerca, una mujer maquillaba a los invitados, convirtiéndolos en vampiros o en el Hombre Araña.

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Como la mayoría de los sirios, Naya sólo dio su nombre de pila, temiendo molestar a las autoridades en un país que tolera poca disidencia.

Dentro del club, un hombre mostraba una larga barba falsa y una túnica.

"Vine (disfrazado) del califa al-Baghdadi porque es una persona aterradora, da más miedo que Drácula", dijo el abogado de 42 años, Hassan, refiriéndose al iraquí Abu Bakr al-Baghdadi, líder del grupo miliciano Estado Islámico. El grupo ha masacrado a rivales, esclavizado a mujeres y niños y decapitado enemigos en su avance en Siria e Iraq. Al-Baghdadi ha declarado el territorio capturado como un nuevo califato islámico.

Hassan fue a la fiesta con su mujer y su hijo porque, dijo, "estamos aquí para vivir y desafiar la cultura del miedo en la que quieren ahogarnos".

Fuera, retumbaba el sonido de los bombardeos sobre una localidad cercana en manos rebeldes.

Este año se ha prestado más atención que nunca a cómo viven los sirios de clase media entre la guerra, después de la apertura de un centro comercial en la ciudad costera de Tartus y otro más pequeño en Damasco. Un nuevo centro de entretenimiento en Damasco ofrece parque de diversiones, club de tiro, bolera y canchas deportivas.

Para los activistas, sugiere una cierta insensibilidad hacia los sufrimientos de los sirios de a pie, cada vez más pobres desde que comenzó el conflicto contra el gobierno del presidente, Bashar Assad. Los empresarios dicen que las nuevas opciones de ocio son una forma de desafío en tiempos de guerra. Sus clientes dicen que son distracciones muy necesitadas.

Muchos otros sirios encuentran alivio en zonas más tradicionales, como el bazar de Damasco o la tienda de helados más famosa de la ciudad, Bakdash.

"Siempre vengo a Bakdash, es parte de nuestra herencia y el helado es delicioso", dijo Nawal, un ama de casa de 50 años.

Nawal huyó el año pasado de su casa en el sur de Damasco debido a los bombardeos. Después murió su sobrino. La mujer dijo que prefería no decir cómo había muerto, una expresión común para indicar que el muchacho era un rebelde.

"Queremos vivir nuestras vidas al máximo, superar lo que nos ha pasado. Si no lo hiciéramos, nos deprimiríamos", dijo.

Los más pobres encuentran alivio en la luminosa mezquita Umayad.

Fayza, de 44 años, se apoyó en la pared exterior de la gran mezquita al sol de la tarde tras terminar su tarea como limpiadora. Uno de sus hijos, soldado, desapareció en el sur de Siria. Otro resultó herido en combate, y ella tuvo que dejar su casa en un pueblo cercano por los combates.

"Tenemos tantas preocupaciones", dijo. "Vengo aquí para que quizá mi corazón descanse un poco".