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Así se descubrió la trampa que está hundiendo la reputación de Volkswagen

En los últimos cuatro días, Volkswagen ha perdido en bolsa un 34% de su valor. Más de 25.000 millones de euros se han ido por el sumidero. Su filial Audi ha perdido el 12%. Y otras compañías automovilísticas también han caído con fuerza: Daimler ha cedido más de un 7% y BMW ha caído un 5,7%. Y todo este terremoto se debe a un descubrimiento casi por accidente de dos ecologistas norteamericanos.

Peter Mock y John German, miembros de una organización verde llamada Clean Transportation, han sido los responsables de descubrir que la marca alemana estaba falseando las emisiones de gases de sus vehículos para eludir las normas medioambientales en Estados Unidos. Y su hallazgo, que pone en entredicho a una de las mayores industria de Alemania, fue práctiacamente una casualidad.

 



Mock siempre pensó que las normas de la UE respecto a la emisión de gases eran demasiado laxas comparadas con las de Estados Unidos. Y tenía la teoría de que los test a los que se les sometía a los coches en el Viejo Contiente podían estar trucados. Así que pidió ayuda a la Universidad de West Virginia para que le dejaran un medidor de emisiones y lo montó sobre un coche europeo: un Volkswagen Jetta diesel fabricado en 2012.

Su idea era la de hacer la prueba en movimiento,no cuando el coche se encontrara parado. Así descubriría de verdad qué tipo de emisiones salían de su tubo de escape. Tras montar el aparato y hacer un trayecto de 2.100 kilómetros desde San Diego a Seattle, enviaron la infromación recogida a West Virginia para que los científicos de ese centro los analizaran. Y cuando recibieron el informe Mock y German se quedaron de piedra: el Jetta emitía hasta 40 veces más contaminantes del nivel permitido.

“Jamás pensamos que esos coches contaminaran tanto”, explica Mocker en declaraciones recogidas por The Huffington Post. “No teníamos motivos para sospechar, pensamos que eran coches limpios”.

EPA entra en acción
Con estos datos en la mano, los dos ecologistas acudieron en mayo de 2014 a la oficina de California de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) estadounidense. Desde entonces, los funcionarios de esta organización se dirigieron en repetidas ocasiones a Volswagen para pedirles explicaciones. Los alemanes en un primer momento negaron los datos y pusieron en duda el sistema de medición.

Pero la EPA repitió las pruebas de Mocker y German y obtuvo los mismos resultados, así que siguió acosando a los alemanes. Después de meses de acusaciones y ante la amenaza de la EPA de llegar a prohibir la comercialización de coches Volkswagen en EEUU, la marca tuvo que reconocer que los datos eran verdad.

Los ingenieros de la compañía alemana habían trucado el sistema de software de los coches para que pudieran emitir gases contaminantes dentro de los niveles legales solo cuando estuvieran parados y en una situación de prueba. Cuando estuvieran en la carretera, los coches no tenían ningún tipo de limitación y emitían muy por encima de lo permitido.

Ahora Volkswagen se enfrenta a una enorme crisis de reputación, y además en el peor mercado posible: no sería nada de extrañar que los propietarios estadounidenses de un Volkswagen pidieran indemnizaciones millonarias por haber sido estafados y comprar un coche que no puede circular por las carreteras del país.