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¿Y si el mundo comercial es el tuyo?

Fíjense si a los españoles, y a los latinos en general, nos gustará poco la venta y el mundo comercial, que utilizamos de forma coloquial un verbo tan digno como el de "vender" en sentido peyorativo. "Vino a verme fulano y me quería vender tal cosa..." O, en otras ocasiones, decimos "No me vengas vendiendo la moto..."

Craso error y golpe bajo a nuestras posibilidades profesionales. Vender es muy digno e imprescindible. "Si no hay venta, no hay obra y si no hay obra, no hay constructora", decía acertadamente el otro día un directivo de una multinacional española al dirigirse a sus empleados para reivindicar el papel del departamento comercial de la empresa.

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Otra cosa es tratar de "vender humo", o "vender cosas por encima de su valor", o como suele decirse refiriéndose a determinada nacionalidad, "el peor negocio es venderlo por lo que vale después de haberlo comprado por lo que él mismo decía que valía". Esa es otra película y peliculeros hay siempre.

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La lengua castellana nos ofrece alternativas interesantes. Digamos, si acaso, que "vino a verme fulano y me quería embaucar". Bien. O "me quería liar". Entendidos, "embaucar", "liar" o cualquier otro término equivalente si queremos referirnos a una acción en la que alguien trata de sorprendernos. Pero guardemos el verbo "vender" para asuntos serios. Hay que recuperar la dignidad del término y, sobre todo, debemos aplicarnos en la tarea de reconocer su gran aportación a los que son capaces de vender en nuestra empresa.

Pero hay más: aprendamos a vendernos nosotros mismos. Destaquemos nuestras posibilidades profesionales en su justa medida. En comunicación es sabido que una palabra de más sobrepasa la línea roja y estropea una negociación comercial, o incluso personal. Y una palabra de menos no te permite alcanzar el objetivo fijado. En el ámbito comercial sucede exactamente lo mismo.

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Debemos vender con las palabras adecuadas, con las expresiones justas, sin sobrepasar ni dejar de alcanzar el objetivo. Al fin y al cabo, la función comercial no deja de ser una de las expresiones máximas de la actividad comunicadora. Palabras para informar, palabras para convencer, palabras para persuadir, para generar confianza. De entre varias ofertas que recibimos acabamos decidiéndonos siempre por aquella que nos ofrece una persona en la que nos vemos capaces de confiar. Alguien de quien intuimos seriedad y que nos genera la convicción de que nos atenderá si posteriormente tenemos algún problema. Porque deseamos que la venta no acabe con la firma del contrato o con una transacción económica.

Así que mucho respeto al mundo comercial. Porque, además, siempre cabe una pregunta: ¿Y si el mundo comercial es el tuyo, y no se te había ocurrido pensarlo antes?

Espero tus comentarios a través del mail campovidal@yahoo.es