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El Uber de los fogones pone en pie de guerra a los restaurantes

a economía colaborativa no solo hace estragos en el regulado mundo del transporte y en los alojamientos turísticos. También ha empezado a cambiar las reglas del juego en la alta cocina y los restaurantes de categoría. El campo de batalla es uno habitual: Francia, país de estricta regulación sobre el comercio y los servicios tradicionales, que ve como las nuevas opciones que abre internet chocan con seculares hábitos y poderosos gremios.

Los hosteleros franceses dueños de restaurantes están que trinan contra los nuevos servicios online donde los gourmets pueden reservar cenas cocinadas en casa por cocineros aficionados.

El sistema está ganando popularidad entre los turistas que lo ven como una manera de conocer gente y disfrutar de una auténtica experiencia en una casa francesa en lugar de simplemente comer en restaurantes que figuran en las guías, que son critiados por muchos extranjeros por contar con camareros de trato hosco muy lentos en el servicio.

Sin embargo, los restauradores ven los sitios web como una amenaza para su negocio de la misma manera que los hoteleros franceses han desafiado a Airbnb y los taxistas han protestado contra Uber.

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Didier Chenet, el jefe de Synhorcat, sindicato de restauradores, tiene previsto reunirse con el Gobierno para instar a que actúe contra lo que consideran restaurantes ilegales. El sindicato estima que 3.000 hogares franceses se han inscrito como anfitriones en los sitios de comida compartida que ofrecen cenas caseras en cientos de ciudades de todo el mundo.

“Se podría decir que no es tan preocupante”, afirma en declaraciones a The Telegraph. “Pero si nos fijamos en Airbnb, en 2012 tenía 7.000 viviendas disponibles en Francia, ahora tienen 50.000.” Chenet teme que 20.000 hogares franceses puedan ofrecer el servicio dentro de tres a cinco años, salvo que las autoridades tomen medidas.

Su argumentario tacha de servicio comercial lo que ofrecen estas webs porque los anfitriones logran beneficio con las comidas que se cocinan y añade que “no respetan las normas en materia de higiene, salud alimentaria, licencias para ervir alcohol, el origen de los productos o la prevención de las alergias”, añade y matiza que los restaurantes, sin embargo, son sometidos a inspecciones estrictas.

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Sin embargo, la fundadora de un sitio para compartir alta cocina, VizEat, que opera en más de 50 países, sostiene que no hay ninguna intención de competir con los restaurantes. “Nuestros anfitriones son aficionados que tienen clientes de vez en cuando, en promedio, una vez al mes en las grandes ciudades”, afirma a la agencia de noticias AFP.

“No es un ingreso adicional de importancia para ellos. Su objetivo es dar a conocer su cultura, para compartirla con las personas que vienen de todas partes del mundo ”. “Se trata más de una actividad divertida que de una actividad de restauración”.

Russell, un turista americano que ha utilizado un sitio web de intercambio de comida en París, comenta al Telegraph que “es cierto que no fuimos a un restaurante esa noche, pero fue un hecho aislado, y todas las demás noches que hemos estado en restaurantes”.

Preguntado acerca de la calidad, aclara que "hemos disfrutado una verdadera gran comida y los anfitriones nos explicaron exactamente lo que comíamos y nos dieron un montón de información sobre el estilo de vida francés”.

La amenaza para el negocio de la restauración llega por todos lados. Uber, cuyos servicios han sido suspendidos en gran medida en Francia y en España, incluyendo su aplicación para compartir transporte, UberPop, puso en marcha en febrero, como alternativa a la aplicación prohibida, un servicio de reparto de comida desde los restaurantes a hogares y oficinas. ¿Cuál será el siguiente desafío?


IDNet Noticias
@Jorcha